Estoy pensando en la linea de acción mientras pintamos. Y en algunas consecuencias de seguir fiel a una idea.

La linea de acción es el propio camino. No el sendero allanado, sino el vector propio, que puede coincidir con el camino en algún tramo, pero que luego se emancipa, haciéndonos tomar decisiones genuinas. En ese momento sentimos que empezamos a improvisar, a salirnos del libreto. Y los libretos se supone que están probados con el tiempo, los senderos propios no tanto. Al menos no sabemos si llevaron a sus pioneros a buen puerto o a una dolorosa muerte. Perdón, me dejé llevar por la emoción del relato.

Estas decisiones, pueden volverse un vicio o una amenaza. Porque una vez que se le siente el sabor a la libertad, querés quedarte a vivir ahí, o salir corriendo. En mi caso, hoy estoy pensando en esa necesidad que tenía de dejarme llevar por el deseo. De descansar un poco los huesos en las formas que evidentemente ya estaban ahí en el papel. Y dejar pasar por el portal a varios sujetos peligrosos. Y darles otra oportunidad.

Mi acuarela empezó a describirme mejor.

Pero no porque se empezara a ver más ecléctica. Sino porque los asimétricos eran mis pensamientos, que una vez incluidos y escuchados, caían al papel como pinceladas auténticamente necesarias.

En mi caso, más, creo estuvo bien.

 

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Como dice Jacob Collien: “Menos es siempre más, cuando sabés qué es ese más. Y entonces podés tomar una decisión conciente de alejarte de eso.”